

Nos encanta empezar el año con una pequeña dosis de realidad: la ley de la atracción no existe. Si te has planteado confiarle tu lista de propósitos para este 2022, venimos a proponerte alternativas realistas.
“¿Por qué no existe? A mi tío le funciona.”
No existe porque, en primer lugar, no es una ley científica. Los resultados son siempre subjetivos, y no hay una relación constante entre dos o más variables. Siguiendo los mismos pasos, una persona puede cumplir sus objetivos y otra no. Claro, cualquier gurú del tema dirá que si no lo has conseguido es porque no has sabido manifestar, vibrar en la frecuencia correcta o desearlo con la intensidad suficiente como para que el universo deje de expandirse y se concentre en mandarte señales de que te vas a Japón de vacaciones.
Estas señales, por cierto, no son más que nuestro Sistema de Activación Reticular (SAR), el encargado de filtrar toda la información que recibimos para mostrarnos lo que consideramos más relevante. Si sólo vemos embarazadas cuando estamos embarazadas, es porque nuestro SAR considera que esa información es valiosa y nos la muestra. Sin más.
Entonces, ¿pensar en positivo no sirve de nada?
Claro que sirve. Serotonina forever. El pensamiento positivo reduce los bloqueos mentales, las rumiaciones, el estrés, y mejora nuestra capacidad de afrontar situaciones difíciles. Ahora, por sí mismo no materializa nada. Atribuir a nuestros pensamientos más optimistas la capacidad de modificar la realidad física, es un caso grave de apofenia, que no es una enfermedad, sino esa creencia tan generalizada (entre otras cosas, gracias a la “ley de la atracción”) de que hay un significado detrás de los datos aleatorios.
Sin embargo, más allá del debate de si funciona o no, por qué sí o por qué no, nuestra principal crítica a esta pseudociencia es que borra de un plumazo cualquier problema estructural y lo achaca todo a la propia capacidad individual de, ojo, PENSAR de una manera muy concreta. Imagínate que tienes delante a una mujer con cuarenta años de violencia de género a cuestas, aún encerrada en ese ciclo infernal de querer salir y no poder, no saber cómo, no tener una independencia económica que se lo permita, no tener apoyos… ¿Cómo resistir la tentación de decirle: “oye, lo único que tienes que hacer es visualizar”?
Alternativas realistas:
Plantearse metas a corto y medio plazo, y estrategias para alcanzarlas.
Mantener hábitos saludables de alimentación y movimiento.
Y manifestarse en la calle.
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